Ría 2000 se plantea pedir financiación a las instituciones para salir del atolladero
30.03.2009 13:01
La ampliación de capital social, por primera vez en su historia, ahorraría gastos financieros, ya que los bancos han endurecido las condiciones para conceder créditos 

Las dificultades de financiación de Bilbao Ría 2000 le han llevado a plantearse, por primera vez en sus 16 años de trayectoria, la aportación de capital por parte de los socios para garantizar la viabilidad de sus proyectos. El principal activo de la sociedad pública, que agrupa a instituciones vascas y del Gobierno central, siempre han sido los terrenos que, una vez recuperados, se venden para la construcción de viviendas. Este modelo se ha devaluado con la crisis, como se puso en evidencia con el crédito de la operación Garellano que todavía no se ha conseguido completar.
La entidad pidió un préstamo de 105 millones para financiar el soterramiento de las vías de Feve en Basurto y la nueva sede de la Policía Municipal y los bomberos en Miribilla, pero sólo consiguió 78,7. El Banco Santander se echó atrás en el último momento y ahora, en plena crisis, ninguna entidad quiere completar el crédito con el tipo de interés que se fijó hace tres años, euríbor más 0,15%. La venta de los terrenos de Garellano, donde está previsto construir 1.150 pisos tras el traslado de los servicios de emergencia, ya no es suficiente garantía para mantener esas condiciones.
En los últimos meses se han realizado gestiones con el Banco Europeo de Inversiones, que colabora en la financiación de infraestructuras como la 'Supersur', aunque a este organismo se le acumulan las peticiones y no se espera una respuesta inmediata. Las entidades privadas están dispuestas a conceder el crédito con intereses mucho más altos -se ha planteado, por ejemplo, euríbor más 1,6%- comisiones e hipotecas de los suelos y derechos urbanísticos con el aval de los socios. El problema no es sólo conseguir los 26,2 millones que faltan para completar este crédito, ya que, según las previsiones, pasarán al menos tres años hasta que el mercado inmobiliario se recupere.
Mientras tanto, el solar de Garellano, que ya ha perdido un 15% de su valor, continúa depreciándose al mismo tiempo que los antiguos terrenos de Labein en Olabeaga, donde se prevé edificar otras 1.300 viviendas. Tampoco ha sido posible cerrar la venta del solar del IFAS, una de las propiedades más cotizadas de la sociedad, que parecía destinado a acoger el segundo edificio de Frank Gehry en Bilbao. Las empresas interesadas se echaron atrás ante el coste de la operación, que ha quedado aparcada a la espera de una coyuntura favorable.
Aprobar el presupuesto
En estas condiciones, más que buscar recursos para un proyecto concreto se impone una reflexión de calado sobre el modelo de financiación de Bilbao Ría 2000. En una reciente reunión de la comisión ejecutiva, que agrupa a los máximos responsables, se han puesto sobre la mesa dos alternativas: o se aceptan las condiciones de los bancos, asumiendo que se dispararán los gastos financieros, o son los accionistas los que ponen dinero mediante ampliaciones de capital u otras aportaciones en función de las necesidades. Caben fórmulas intermedias, pero es preciso adoptar una decisión en las próximas semanas. Si no se toman medidas, el atolladero en el que se ha convertido la situación financiera podría comprometer a corto plazo el funcionamiento de la sociedad.
Es por eso por lo que se ha retrasado el consejo de administración, que se iba a celebrar esta misma semana. Uno de los asuntos claves en el orden del día es la aprobación de los presupuestos de este año, en los que se contempla una partida de más de cien millones de euros para inversiones. También se espera que aumente el déficit, que el año pasado se elevó a 74 millones al no haber ingresos por ventas de suelo. Las cuentas que finalmente se aprueben, en cualquier caso, reflejarán la decisión que se adopte para encauzar el sistema de financiación.
La sociedad pública que lidera los grandes proyectos de regeneración de Bilbao, Barakaldo y Basauri se constituyó en noviembre de 1992 con un capital social modesto, de unos dos millones de euros, que hasta ahora nunca se ha ampliado. Con eso ha bastado para acometer inversiones por importe de más de 600 millones, firmemente asentadas en la cotización de suelos de gran valor estratégico que se han ido recuperando para la ciudad. La maquinaria funcionó a la perfección en la época de bonanza, cuando las plusvalías permitieron acometer operaciones en escenarios alejados de Abandoibarra como los muelles de Bilbao La Vieja. También ha habido aportaciones en metálico, vía convenio, para proyectos concretos como el soterramiento de Feve o la estación de Miribilla, y ayudas de la Unión Europea.
Ahora que el viento está en contra, sólo la inyección de fondos públicos permitiría frenar la escalada de los gastos financieros y afrontar en mejores condiciones el futuro inmediato. La ampliación de capital, sin embargo, plantea una doble incógnita, en el plano económico y el político. A falta de concretar las cantidades, las instituciones deberían hacer frente a un desembolso extraordinario después de recortar los gastos en sus propios presupuestos.
Además, la aportación de cada una influirá en el accionariado de la sociedad, que mantiene un delicado equilibrio entre las instituciones vascas -Gobierno vasco, Diputación y ayuntamientos de Bilbao y Barakaldo suman el 50% del capital- y las que dependen del Gobierno central: la Entidad Pública Empresarial del Suelo (Sepes), adscrita al Ministerio de la Vivienda -que es el accionista mayoritario, con el 25%- la Autoridad Portuaria, Adif y Feve. La otra gran pregunta es cómo se afronta esta situación en pleno cambio político, con Patxi López a las puertas de Ajuria Enea. Las nuevas relaciones entre los socialistas y el PNV, los dos grandes partidos representados en el consejo, determinarán también el grado de compromiso de cada uno de los socios con Bilbao Ría 2000.
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